domingo, 25 de enero de 2015

Las personas inteligentes tienen una cosa en común

Hay una cierta electricidad en la luna. Un pulso, una magia, una energía. Un trance de hechizo diferente al del sol.
La luna es para las cosas ocultas, cosas hechas en las sombras y en la niebla. Bajo puentes y bajo las sábanas: es para los corazones alocados y las mentes despreocupadas. Es para los planes hechos en callejones oscuros y los secretos revelados bajo la suave luz que aparece a través de las persianas.
Es cuando los fugitivos corren y los niños escapan de casa. Es cuando las chicas pierden su virginidad en asientos de cuero roto y los chicos se meten en problemas. Es cuando el sufrimiento se apodera de sus vidas y los solitarios buscan refugio.
Es cuando nos enamoramos: ese amor pasional, consumidor y resuelto que siempre se ve diferente a la luz del día.




Es de noche cuando reconocemos nuestros verdaderos deseos. Reflexionamos sobre nuestros momentos de tristeza y esos deseos que son momentáneamente cegados por el sol. Es cuando nos convertimos en poetas y filósofos, mártires y asesinos.
Es cuando formamos remordimientos del día pasado y ese profundo odio hacia las personas que nos hicieron daño. Es cuando nos ahogamos en nuestras lágrimas con profundos sollozos que solo pueden caer en oscuras almohadas.
La noche es de pasión. Es para el fanatismo, el romance y los problemas. Es cuando tu lado más tierno, auténtico y reprimido sale a jugar bajo los ojos libres de juicio de las estrellas.
Es para todas esas cosas que nunca soñarías hacer durante el día, bajo la mirada atenta del sol.
No es sorpresa que los trasnochadores son más inteligentes que quienes se levantan temprano. Tiene sentido que aquellos que absorben la energía de la luna son más creativos y abiertos de mente que aquellos que madrugan.
Es natural que aquellos que se acuestan temprano nunca experimentan los cambios sicológicos y emocionales que ocurren bajo el manto de la oscuridad.
De acuerdo a “Psychology Today” las personas inteligentes son más propensas a ser nocturnas que aquellos con un CI más bajo. Los resultados de un estudio con jóvenes mostraron que los individuos inteligentes se iban a acostar más tarde durante la semana y los fin de semana, en comparación a sus pares menos inteligentes.
En “Study Magazine,” Satoshi Kanazawa, psicólogo de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, informó que un CI promedio y los patrones de sueño están relacionados, probando que aquellos que juegan bajo la luna son, sin duda, seres humanos más inteligentes.
Su análisis se remonta a tiempos antiguos, aseverando la idea de que incluso en tiempos primitivos las personas se levantaban y se acostaban con el sol.
Los cerebros promedios estaban condicionados a seguir este patrón de sueño, donde las personas más inquisitivas e intelectuales querían desafiar ese patrón y crear uno de su propia cuenta.
Es un desafío inconsciente que viene de no querer aceptar una idea solo porque es popular.


Estos resultados se informan en “Study Magazine” como:
Hora de acostarse y levantarse de gente en sus veinte según sus CI.

Muy Bajo (CI < 75)
Día de semana: 11:41 pm – 7:20 am
Fin de semana: 12:35 am – 10:09 pm

Normal (90 < CI < 110)
Día de semana: 12:10 am – 7:32 am
Fin de semana: 1:13 am – 10:14 am

Brillante (CI > 125)
Día de semana: 12:29 am – 7:52 am
Fin de semana: 1:44 am – 11:07 am


Aquellos con un CI menor a 75 se iban a dormir a las 11:30 pm los días de semana en su adultez joven, mientras que aquellos con un CI mayor a 125 se iban a dormir alrededor de las 12:30 am. Esto no parece coincidencia.
Los datos respaldan la noción que todos los trasnochadores intuyen: El único tiempo real para vivir es después de que todos se han ido a la cama.
Sólo cuando oscurece podemos aprender, absorber y estudiar los efectos del día. Es necesaria una auto-reflexión que sólo unos cuanto humanos toman el tiempo para realizar.
Hay algo que decir por aquellos que luchan contra las ganas de dormir y explorar ese módulo de tiempo inexplorado, el cual aquellos que tienen los ojos cerrados nunca verán.


Pueden soñar despiertos
Todos esos sueños que no puedes tener durante el día, cuando te distraen amigos, familia y trabajo, pueden hacerlo de noche, donde finalmente tienen tiempo de ser libres.
Eres libres para jugar en los espacios vacíos de tu mente. Puedes nadar en todos estos pensamientos que escondes bajo tu escritorio o tras montañas de papeleo. Es el momento más creativo el día, y también el más liberador.
Cuando cae la noche es cuando exploras tus lados más desinhibidos y pasionales. Es el momento de dejar libre tus deseos más íntimos y permitirte la libertad escondida tras la burlona exposición a la luz del sol.
La noche es para testear tus límites y auto desafiarte. Es para descubrir esas pasiones que suprimes durante el día y echar abajo todas esas reglas que tus padres crearon para protegerte.
Es tiempo de explorar en esas esquinas ocultas de tu mente y en los caminos desconocidos de tu subconsciente. Es un momento de autoexpresión que solo puede ser desatado en la noche y evaluado durante el día.

Son antisistema
Trasnochar siempre ha sido, y siempre será, un acto de rebeldía. Un desafío al horario típico de trabajo, el propio acto de irse a dormir más tarde es revolucionario. Desde los tiempos ancestrales hay evidencia de que la sociedad justificaba a los trasnochadores.
En el artículo académico “Por qué los trasnochadores son más inteligentes” publicado en la revista “Psicología y las Diferencia Individuales” comúnmente se asume que por varios milenios los humanos estaban en gran parte condicionados a trabajar durante el día y dormir de noche.
Mientras que aquellos que desafiaban la tendencia eran más propensos a “adquirir y apoyar valores y preferencias innovadores que los individuos menos inteligentes.”
Estos “valores originales” se convierten en el pilar de los líderes. Son lo que identifica a los revolucionarios, inventores y exploradores. Son quienes hacen sacrificios y desafían la presión social de seguir a las masas.
No es sorpresa que aquellos dispuestos a quedarse despiertos hasta tarde, para estudiar el territorio inexplorado de la noche, son más inquisitivos.
Son más aptos a hacer descubrimientos y desafiar la autoridad. Quieren expandir sus mentes, no apagarlas solo porque alguien dice que es tiempo de ir a dormir.


Son de mente abierta
Las cosas que pasan de noche son cosas que no puedes hacer durante el día. Es tiempo de total libertinaje, transacciones engañosas y ocupaciones indecorosas.
Es cuando abren los bares y los poetas escriben. Es cuando los músicos escrutan sus instrumentos, los genios tienen sus descubrimientos y los artistas cobran vida. De acuerdo a “Esquire”, también es cuando tienes más relaciones sexuales.
Tener una vida sexual saludable y trasnochar están ciertamente relacionadas de forma positiva. Aquellos que reportan ir a dormir más tarde compraban más juguetes sexuales y tenían más relaciones sexuales que sus pares soñolientos.
Un empleado en una tienda para adultos cree que la inteligencia está relacionada con la apertura de mente, lo que por su parte se relaciona con una actividad sexual más abierta.
Aquellos dispuestos a mantenerse despiertos, que desean los misterios de la noche, se exponen a una selección de descubrimientos que aquellos que se quedan despiertos nunca sabrán. Quienes están dispuestos a poner a prueba sus límites y explorar en la oscuridad son los que traerán más luz al día.


Son proactivos
Puede que el pájaro madrugador se lleve la lombriz pero es la lechuza quien por la noche se lleva todo el frasco. Mientras que los madrugadores se levantan temprano para alcanzar la primera lombriz que se asome a la húmeda superficie, la lechuza las atrapa antes de que se escondan.
Levantarse temprano es ciertamente proactivo, pero quedarse despierto harta tarde es igual de productivo. Aquellos que se quedan despiertos se adelantan por horas, en cambio los madrugadores solo ganan una o dos horas.
Hay ideas que deben ser formuladas y tareas a ser completadas que los madrugadores nunca terminarán. Porque de noche hay un nuevo amanecer y un nuevo día frente a ti. Pero por la mañana, solo tienes la desolación de la noche y el abrumador final de otro día.

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